domingo, 4 de octubre de 2009

La Camelia


El movimiento cadencioso de sus caderas,
el arte de su caminar,
la sonrisa de sus labios rosas,
la lozanía de su piel,
la transparencia de sus ojos,
la belleza de su alma,
era lo perfecto para que se enamorara de ella,
vestida de blanco,
sus labios en flor le entregó,
su cuerpo de niña,
su mirada triste,
con la pasión en la garganta,
con sus ansias en explosión,
con el sabor del deseo entre sus manos,
con lo diáfano de su amor,
un día él la dejó,
pobre vagabundo insaciable,
marinero de mil amores.
Sus huesos se llenaron de cal,
su alma se vertió en llanto,
sus brazos lo trataban de alcanzar,
como gotas de agua que se desvanecían al mirar,
con el cuerpo enfermo lo esperaba,
pero él había partido para no volver,
desencanto y desilusión,
engaño y traición,
que será de sus días de amores,
nace y muere en su llano inerte,
mezcla de muerte y enfermedad,
su cama es la soledad,
sus días son abandono,
pobre de tu alma dama que ya no gozas
de tu lozanía,
tus días cansados te dirán adiós,
por haberte entregado con pasión.

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